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Capítulo XXIII

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Mensaje por iita ™ Vie Ago 31, 2012 6:38 pm

No vuelvo a los dormitorios esa noche. Dormir en la misma habitación que las personas que me atacaron sólo para lucir valiente sería estúpido. Cuatro duerme en el piso y yo duermo en su cama, en la parte superior del edredón, respirando su esencia en la almohada. Huele a detergente y algo fuerte, dulce, y claramente varonil.
Los ritmos de su respiración disminuyen, y me incorporo para ver si está dormido. Él descansa sobre su estómago con un brazo alrededor de la cabeza. Sus ojos están cerrados, sus labios separados. Por primera vez, luce tan joven como es, y me pregunto quién es realmente. ¿Quién es él cuando no es Intrepidez, cuando no es un instructor, cuando no es Cuatro, cuando no es algo en particular?
Quien quiera que sea, me gusta. Es fácil para mí admitirlo ahora, en la oscuridad, después de todo lo que pasó. No es dulce, gentil o particularmente amable. Pero es astuto y valiente, y aunque me haya salvado, me trata como si yo fuese fuerte. Eso es todo lo que necesito saber.
Observo los músculos de su espalda expandirse y contraerse hasta que me duermo.
Me despierto con dolores y molestias. Me estremezco cuando me siento, sosteniendo mis costillas, y camino hasta el pequeño espejo en la pared opuesta. Soy casi demasiado pequeña para verme en él, pero cuando estoy de pie de puntillas, puedo ver mi cara. Como era de esperar, hay un hematoma de color azul oscuro en mi mejilla. No me gusta la idea de irrumpir en el comedor así, pero las instrucciones de Cuatro se han quedado en mí. Tengo que renovar mis amistades. Necesito la protección de parecer débil.
Me ato el pelo en un moño en la parte posterior de mi cabeza. La puerta se abre y Cuatro entra, con toalla en mano y su cabello brillando con agua de la ducha. Siento una emoción en el estómago cuando veo la línea de la piel que se manifiesta por encima de su cinturón mientras levanta la mano para secar el pelo y fuerzo a mis ojos a verlo a la cara.
―Hola ―digo―. Mi voz suena apretada. Deseo que no lo hubiese hecho.
Él toca mi mejilla amoratada con sólo las yemas de sus dedos.
―No está tan mal ―dice él―. ¿Cómo está tu cabeza?
―Bien ―digo. Estoy mintiendo, mi cabeza está palpitándome. Cepillo mis dedos sobre la protuberancia y el dolor me pincha por el cuero cabelludo. Podría ser peor. Podría estar flotando en el río.
Cada músculo en mi cuerpo se tensa mientras su mano descansa en mi costado, donde me patearon. Lo hace casualmente, pero puedo moverme.
―¿Y tu costado? ―pregunta, con voz baja.
―Solo duele cuando respiro.
Él sonríe.
―No hay mucho que puedas hacer al respecto.
―Peter probablemente haría una fiesta si dejo de respirar.
―Bueno ―dice él―, solamente iría si hay torta.
Me rio, y luego hago una mueca de dolor, cubriendo su mano para estabilizar mi caja torácica. Él desliza la mano hacia atrás lentamente, con las yemas de los dedos rozando mi costado. Cuando sus dedos se retiran, siento un dolor en mi corazón.
Una vez que el momento termina, tengo que recordar lo que pasó anoche. Y quiero quedarme aquí con él.
Él asiente con la cabeza un poco y se dirige la salida.
―Entraré primero ―dice él cuando nos paramos fuera del comedor―. Nos vemos pronto, Tris.
Pasa a través de las puertas y estoy sola. Ayer me dijo que pensaba que tenía que pretender que soy débil, pero estaba equivocado. Yo ya soy débil. Me apoyo contra la pared y me presiono la frente con las manos. Es difícil respirar profundamente, así que tomo cortas y poco profundas bocanadas. No puedo permitir que esto suceda. Me atacaron para que me sienta débil. Puedo fingir que ellos tuvieron éxito para así protegerme, pero no puedo dejar que se convierta en realidad.
Me alejo de la pared y camino al comedor sin otro pensamiento. Unos pocos pasos ya adentro, recuerdo que se supone que debo lucir como que estoy acobardada, así que reduzco la velocidad y abrazo la pared, manteniendo mi cabeza baja. Uriah, en la mesa próxima de Will y Christina, levanta la mano para saludarme. Y luego la baja.
Me siento al lado de Will.
Al no está allí, no está en ningún lado.
Uriah se desliza en el asiento al lado de mí, dejando medio comido su pastel y medio terminado su vaso de agua en la otra mesa. Por un segundo, los tres sólo se quedan viéndome.
―¿Qué pasó? ―pregunta Will, bajando la voz.
Miro por encima de su hombro a la mesa detrás de nosotros. Peter está sentado allí, comiendo un pedazo de pan tostado y susurrándole algo a Molly. Mis manos se oprimen alrededor del borde de la mesa. Quiero hacerle daño. Pero ahora no es el momento.
Drew no se encuentra ahí, lo cual significa que él todavía está en la enfermería.
Un vicioso placer se desliza a través de mí debido a ese pensamiento.
―Peter, Drew… ―dije en voz baja. Me agarro mi costado mientras me estiro para alcanzar un pan tostado en la mesa. Duele estirar la mano, así que hago una mueca de dolor y me encorvo.
―Y… ―trago―… y Al.
―Oh Dios ―dice Christina, con los ojos bien abiertos.
―¿Estás bien? ―pregunta Uriah.
Los ojos de Peter se encuentran con los míos a través del comedor, y tengo que forzarme a mirar a otro lado. Provoca un sabor amargo en mi boca demostrarle que me asusta, pero tengo que hacerlo. Cuatro tiene razón. Tenía que hacer todo lo que pudiera para asegurarme de no volver a ser atacada.
―No realmente ―dije.
Mis ojos arden, y no es una artimaña, a diferencia de la mueca de dolor. Me encojo de hombros. Creo ahora el aviso de Tori. Peter, Drew, y Al estaban listos para tirarme al Abismo por celos, ¿Qué es tan increíble acerca de los líderes de Intrepidez cometiendo un asesinato?
Me siento incómoda, como si estuviese usando la piel de alguien más. Si no soy cuidadosa, podría morir. Ni siquiera puedo confiar en los líderes de mi Facción. Mi nueva familia.
―Pero eres sólo… ―Uriah aprieta los labios―. No es justo. ¿Tres contra uno?
―Sí, y Peter tiene mucho que ver con lo que es justo. Por eso es que él agarró a Edward mientras dormía y le clavó el ojo.
Christina resopla y sacude la cabeza.
―Sin embargo, ¿Al? ¿Seguro, Tris?
Miro a mi plato. Soy la siguiente Edward. Pero a diferencia de él. No voy a irme.
―Si ―dije―. Estoy segura.
―Tiene que ser desesperación ―dice Will―. Él ha estado actuando… no sé. Como una persona diferente. Incluso desde que la etapa dos comenzó.
Luego Drew entra al comedor arrastrando los pies. Suelto mi pan, y mi boca queda abierta.
Llamarlo “molido” sería un eufemismo. Su rostro está hinchado y morado. Tiene un labio partido y un corte que le atraviesa la ceja. Mantiene los ojos hacia abajo de camino a su mesa, ni siquiera los sube para mirarme. Echo un vistazo por la habitación hacia Cuatro. Lleva una sonrisa de satisfacción que me gustaría tener.
―¿Tú hiciste eso? ―sisea Will.
Niego con la cabeza.
―No. Alguien, nunca vi quién, me encontró justo antes… ―trago saliva. Decirlo en voz alta lo hace peor, lo hace real―… de que me lanzaran hacia el Abismo.
―¿Iban a matarte? ―dice Christina en una voz baja.
―Tal vez. Podrían haber estado planeando colgarme sólo para asustarme. ―Levanto un hombro―. Funcionó.
Christina me da una mirada triste. Will sólo mira la mesa.
―Tenemos que hacer algo acerca de esto ―dice Uriah en voz baja.
―¿Qué, como darles una paliza? Parece como que ya se están haciendo cargo.
―No. Ese es un dolor que pueden superar ―responde Uriah―. Tenemos que sacarlos de las clasificaciones. Eso dañará su futuro. Permanentemente.
Cuatro se levanta y se para entre las mesas.
La conversación cesa abruptamente.
―Transferidos. Vamos a hacer algo diferente hoy ―dice él―. Síganme.
Nos paramos, y la frente de Uriah se arruga.
―Ten cuidado ―me dice.
―No te preocupes ―dice Will―. La protegeremos.
Cuatro nos lleva fuera del comedor y por los caminos que rodean La Fosa. Will está a mi izquierda, Christina está a mi derecha
―Yo nunca dije que lo sentía ―dice Christina en voz baja―. Por tomar la bandera, cuando te la habías ganado. No sé lo que me pasaba.
No sé si es inteligente perdonarla o no, perdonar a alguno de ellos, después de lo que dijeron de mí cuando las clasificaciones salieron ayer. Pero mi madre me diría que las personas tienen defectos y que debería ser indulgente con ellos. Y
Cuatro y me dijo que confiara en mis amigos.
No estoy segura en quién confiar ya, porque no estoy segura quiénes son mis verdaderos amigos. ¿Uriah y Marlene, quienes estaban a mi lado incluso cuando lucía fuerte, o Christina y Will, quienes me habían protegido siempre cuando lucía débil?
Cuando sus amplios ojos marrones se encontraron con los míos, asiento.
―Sólo vamos a olvidarlo.
Todavía quiero estar molesta, pero tengo que dejar ir mi ira.
Subimos más alto de lo que he ido antes, hasta que la cara de Will se queda en blanco cada vez que mira hacia abajo. La mayoría de las veces me gustan las alturas, así que agarro el brazo de Will como si necesitara su apoyo, pero en realidad, le doy el mío. Él sonríe con gratitud. Cuatro da la vuelta y camina retrocediendo unos cuantos pasos hacia atrás, en un camino estrecho y sin barandilla. ¿Qué tan bien conoce este lugar?
Él mira a Drew, que avanza con dificultad en la parte posterior del grupo, y dice:
―¡Coge el ritmo, Drew!
Es una broma cruel, pero es difícil luchar contra una sonrisa.
Eso es, hasta que Cuatro vuelve los ojos hacia mi brazo alrededor de Will, y todo el humor desaparece de ellos. Su expresión envía un escalofrío a través de mí. ¿Está… celoso?
Nos acercamos más y más al techo de vidrio, y por primera vez en días, veo el sol. Cuatro sube las escaleras de metal que pasan por un agujero en el techo. Ellas crujen bajo mis pies, y miro hacia abajo para ver La Fosa y el Abismo debajo de nosotros.
Caminamos a través del cristal, que ahora es un piso más que un techo, a través de una sala cilíndrica con paredes de cristal. Los edificios de los alrededores están medio colapsados y parecen estar abandonados, probablemente es por eso que nunca me fijé antes en el recinto de Intrepidez. El sector de la Abnegación está también muy lejos.
Los Intrepidez pululan alrededor del cuarto de cristal, hablando en grupos. En el borde de la habitación, dos Intrepidez pelean con palos, riendo cuando uno de ellos falla y golpea el aire.
Por encima de mí, dos cuerdas se extienden a través de la habitación, una a unos metros más alto que la otra. Es probable que tengan algo que ver con las temerarias acrobacias por las que los de Intrepidez son famosos.
Cuatro nos lleva a través de otra puerta. Más allá de ella hay un enorme espacio húmedo con paredes llenas de grafiti y tuberías expuestas. La habitación está iluminada por una serie de antiguos tubos fluorescentes con cubiertas de plástico, que deben ser antiguos.
―Esto ―dice Cuatro, con sus ojos brillando en la pálida luz―, es un estilo diferente de simulación conocida como el Paisaje del Miedo. Ha sido deshabilitado para nuestros propósitos, así que esto no es lo que será la próxima vez que lo vean.
Detrás de él, la palabra “Intrepidez” está pintada con spray en artísticas letras rojas en una pared de concreto.
―A través de sus simulaciones, hemos guardado los datos de sus peores temores. El Paisaje del Miedo tiene acceso a los datos y les presenta una serie de obstáculos virtuales. Algunos de los obstáculos serán temores a los que ya se han enfrentado en sus simulaciones. Algunos pueden ser nuevos temores. La diferencia es que ustedes saben, en el Paisaje del Miedo, que es una simulación, por lo que tendrán todo su ingenio a su favor a medida que avancen a través de él.
Eso significa que todo el mundo será como un Divergente en el Paisaje del Miedo. No sé si eso es un alivio, porque no puedo ser detectada, o un problema, porque no tendré la ventaja.
Cuatro continúa: ―El número de temores que tienen en su Paisaje del Miedo varía de acuerdo a cuántos tengan
¿Cuántos temores tendré? Pienso en enfrentar cuervos otra vez y tiemblo, a pesar de que el aire es cálido.
―Les dije antes que la tercera etapa de la Iniciación se enfocaba en la preparación mental ―dice él. Recuerdo cuando dijo eso. El primer día. Justo antes que pusiera un arma en la cabeza de Peter. Deseo que hubiese jalado el gatillo―. Eso es porque requiere que controlen sus emociones con su cuerpo, el combinar sus habilidades físicas que aprendieron en la etapa uno con el dominio personal que aprendieron en la etapa dos. Mantener la cabeza fría. ―Uno de los tubos fluorescentes por encima de la cabeza de Cuatro se sacude y parpadea.
Cuatro deja de explorar la multitud de los Iniciados y centra su mirada en mí.
―La próxima semana pasarán a través de su Paisaje del Miedo lo antes posible frente a un panel de líderes de Intrepidez. Ese será su examen final, lo cual determina su rango en la etapa tres. Al igual que la segunda etapa de la Iniciación tiene más peso que la primera etapa, la tercera etapa es ponderada como la más pesada de todas. ¿Entendido?
Todos asentimos. Incluso Drew, quien luce adolorido.
Si lo hago bien en mi examen final, tengo una buena oportunidad de lograr estar en el top diez y una buena oportunidad de convertirme en un miembro. De volverme Intrepidez. El pensamiento me hace marear de alivio.
―Pueden pasar los obstáculos de una de dos maneras. O encuentran una manera de calmarse lo suficiente para que la simulación registre un ritmo cardíaco estable y normal, o encuentran una manera de enfrentar el temor, lo cual puede forzar a la simulación a seguir adelante. Una manera de enfrentar el temor de ahogarse es nadar más profundo, por ejemplo. ―Cuatro se encoje de hombros―. Así que sugiero que se tomen la próxima semana para considerar sus temores y desarrollar estrategias para enfrentarlos.
―Eso no suena muy justo ―dice Peter―. ¿Qué pasa si una persona sólo tiene siete temores y otra tiene veinte? Esa no es su culpa.
Cuatro lo observa por unos pocos segundos y luego se ríe.
―¿Realmente quieres hablar sobre lo que es justo?
La multitud de Iniciados se aparta para hacerle camino mientras él se dirige hacia Peter, dobla los brazos y dice, en una voz letal: ―Entiendo por qué estas preocupado, Peter. Los eventos de anoche ciertamente prueban que eres un cobarde miserable.
Peter lo ve, sin expresión.
―Así que ahora todos sabemos ―dice Cuatro, tranquilamente―, que tienes miedo de una pequeña chica delgada de Abnegación. ―Su boca se crispa en una sonrisa.
Will pone sus brazos alrededor de mí. Los hombros de Christina se desternillan de risa reprimida. Y en algún lugar dentro de mí, encuentro una sonrisa.

* * * * *

Cuando volvemos al dormitorio esa tarde, Al está allí.
Will se para detrás de mí y sostiene el hombro, suavemente, como si me recordara que él está allí. Christina se acerca a mí. Los ojos de Al tienen ojeras, y su rostro está hinchado de tanto llorar. El dolor apuñala mi estómago cuando lo veo.
No me puedo mover. El olor del limoncillo y la salvia, una vez agradable, se vuelve amargo en mi nariz.
―Tris ―dice Al, con su voz quebrándose―. ¿Puedo hablar contigo?
―¿Estás bromeando? ―Will me aprieta los hombros―. No te acerques nunca más a ella.
―No te lastimaré. Nunca quise… ―Al se cubre la cara con las dos manos―. Sólo quería decir que lo siento, lo siento, yo no… no sé qué es lo que pasa conmigo, yo… por favor, perdóname, por favor…
Él se extiende hacia mí como si fuese a tocar mi hombro, o mi mano, con su cara llena de lágrimas.
En algún lugar dentro de mí hay una persona misericordiosa, que perdona.
En algún lugar hay una chica que trata de entender por lo que las personas están pasando, que acepta que las personas hacen cosas malas y que la desesperación las lleva a los lugares más oscuros que ellas hayan imaginado.
Juro que ella existe, y le duele el chico arrepentido que veo delante de mí.
Pero si la veo, no la reconocería.
―Aléjate de mí ―dije sigilosamente. Mi cuerpo se siente rígido y frío, y no estoy enojada, no estoy herida, no estoy nada. Digo, en voz baja―. Nunca más te me acerques.
Nuestros ojos se encuentran. Los suyos son oscuros y vidriosos. No soy nada.
―Si lo haces, te juro por Dios que te mataré ―digo―. Cobarde.
iita ™
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